sábado, 26 de enero de 2013

Nombre y nacionalidad


Con este artículos comienzo una serie de escritos en los que mi intención es presentar la Convención de los Derechos del Niño dando mi visión particular de ellos con la intención de que se pueda comprender su necesidad.
El texto íntegro de la convención lo podéis encontrar aquí:  Unicef. Convención sobre los Derechos del Niño.

Artículo 7: El niño será inscrito inmediatamente después de su nacimiento y tendrá derecho desde que nace a un nombre, a adquirir una nacionalidad y, en la medida de lo posible, a conocer a sus padres y a ser cuidado por ellos.

Acostumbrados como estamos a vivir en el marco legal de un estado occidental desarrollado legislativamente como una democracia, que históricamente ha evolucionado hacia una sociedad plena de derechos, puede parecer una tontería pensar que es obligatorio que un niño tenga un nombre y una nacionalidad.

Sin embargo para miles de niños esto no viene dado cuando nacen. Muchos niños en el mundo ni siquiera tienen un nombre durante años. Y sin nombre, no eres individuo, no eres nada.

En muchos países se lleva a cabo una labor detallada por parte de las administraciones públicas para conseguir llegar a las bolsas de población desfavorecida y dar a estos niños el marco legal adecuado. Es sumamente importante tener conocimiento de su existencia. ¿Cómo podríamos si no planificar las políticas de educación, prevención sanitaria, integración social necesarias? Si estos niños no existen, nunca recibirán la ayuda del estado para poder vivir con plenos derechos. Hay otros países en que la desidia de las administraciones, de los gobiernos, hacen que recaiga sobre organizaciones no gubernamentales esta labor de búsqueda e identificación de los menores. Este es el caso de algunos países que consideramos desarrollados, pero en los que históricamente los niños no han sido más que meros objetos, nunca ciudadanos de pleno derecho. De esta forma se despoja al niño de toda posibilidad de acceder a una vida normalizada. Estos niños simplemente no existen.

Un niño que no existe, que no tiene nombre, no tiene derecho a la educación, no tiene derecho a una familia, ni siquiera tiene derecho a la sanidad. Es poco más que una propiedad en manos de otro, un objeto.

Lo más me sorprendente es que los niños interiorizan esta situación, la entienden a la perfección y se avergüenzan de ella en muchos casos. Saben que para ellos es imposible salir sin ayuda de su situación.

Y ahí está la lucha de miles de ONGs en darles un marco legal, pero sobre todo un marco humanitario.

Con un nombre somos una persona.

Con una nacionalidad, un ciudadano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario